miércoles, 5 de enero de 2011

Aturdimiento

Reto Literario (ver abajo)

Te levantas del suelo. Estás algo aturdida y desorientada. Rápidamente te das cuenta de que estás en un cuarto de baño: primero, notas la humedad condensada en los azulejos de la pared que está tocando tu espalda y en las baldosas del suelo que sostenía tu cabeza. Poco después percibes un ruido sordo, continuo. Podría ser perfectamente un ruido lejano pero pronto descubres que la fuente, y nunca mejor dicho, de ese sonido es un grifo abierto.

Todo te da vueltas y te escuecen los ojos. Tu vista se nubla a ratos y sientes un hormigueo en la punta de los dedos. No puedes apartar la vista de una finísima grieta que hay en el techo. En tu mente, esa grieta se alarga por ambos extremos hasta el infinito, hasta dividir el mundo en dos.

Lo último que recuerdas es que fuiste a visitar a tu amigo Miguel porque es doctor en filología hispánica y querías consultarle unas dudas referentes a tu tesina. ¡Ya está! Estás sobre la pista... Esto debe ser su baño. «Sí - te dices a ti misma- este baño es muy masculino: cuhillas de afeitar, loción para después del afeitado, desodorante SportElit Marathon Edition... ¡Mierda!» Tu primera idea de lo que ha podido pasar es que Miguel te haya echado el polvo que lleva queriendo echarte desde que te matriculaste en su asignatura y que no pudo conseguir en tu fiesta de graduación. Te habrá puesto alguna droga en el vino y te habrá hecho lo que haya querido. Seguro que el muy mamón ha aprovehado la ocasión para encularte, ya ha comentado más de una vez que su novia no le dejaba...

Imposible. No has tomado vino. No has tomado nada y mucho menos nada en lo que se pueda echar alguna droga... que tú recuerdes. Tus bragas y tus pantalones parecen estar en su sitio y no notas ninguna sensación extraña en tu ano. Pobrecito,... ¡con lo bueno que es Miguel y lo bien que se ha portado contigo y vas lo acusas de algo tan cochino!

No crees haber estado inconsciente durante mucho tiempo. A través de la ventana (convenientemente abierta para airear olores) ves que el sol sigue donde estaba, evidentemente, no solo por como está la luz sinó porque la que se mueve es la Tierra. En cualquier caso sigue pareciendo mediodía. Te asomas por la ventana y ves, en el luminoso de una farmacia, que, efectivamente, no han pasado ni 10 minutos desde que entraste en el lavabo. Eso descarta muchas hipótesis paranoides.

Te alegras mucho al saber que no hay drogas por en medio. En tu familia ha habido algún que otro asunto turbio. Tu primo Paco murió de sobredosis. Se dejó los ahorros que sus padres tenían a plazo fijo para que pudiera ir a la universidad. Muchos creen que la única universidad a la que aspiraba a entrar era la de la Calle y así lo hizo. Tu hermana era otra que tal bailaba. Tenía la misma edad que Paco y se juntaba con sus amigos. Por suerte, se salvó de un cuelgue muy chungo que le dio una noche. Ella dice que vio la luz y literalmente la vio porque la atropelló una ambulancia que iba a atender a una emergencia. mientras ella cruzaba a lo loco por en medio de la avenida. Desde aquel día lo dejó todo (hasta a su novio bajista) y se metió en un convento. Ahora, el único polvo blanco que maneja es la harina para hacer buñuelos.

Espera... acabas de recordar algo que puede ir muy bien en este momento... ¡joder! el mazapán y el chocolate... ¡maldita inconsciente...!

Oyes llamar a la puerta

-¿estás bien, Carla? llevas casi un cuarto de hora ahí dentro...

-Un momento - te levantas y revuelves en el bolso hasta encontrar un estuchito. Lo abres y gritas - ¡ya mismo salgo, en cuanto me pinche la insulina!

Este texto es fruto de un reto literario entre Ludkubo ("Reflujo"), Calden ("Santa Ambición") y Futur Descobridor del Birrococcus (relato en construcción).

En los relatos debe aparecer:
-el agua
-que la protagonista mire por la ventana
-que la hermana de la protagonista sea religiosa
-que la protagonista visite a un doctor